José Santos Pulido Con motivo del aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers se están publicando multitud de artículos haciendo referencia a las causas que dieron lugar a lo que se ha llamado Gran Recesión. Sin embargo, se trata menos la relación de dichos hechos con la propia crisis sufrida por el sector […]
José Santos Pulido
Con motivo del aniversario de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers se están publicando multitud de artículos haciendo referencia a las causas que dieron lugar a lo que se ha llamado Gran Recesión. Sin embargo, se trata menos la relación de dichos hechos con la propia crisis sufrida por el sector financiero español a partir del año 2009. En los párrafos siguientes se recogen una serie de reflexiones para intentar llenar este hueco. Estas se han estructurado en tres puntos: a) La historia de la banca pública en España, b) La causa de la quiebra de los bancos y c) la crisis bancaria española reciente.
Historia de la banca pública en España.
En primer lugar, había que definir los que es una banca pública, ya que el carácter de las entidades financieras públicas se diferencia significativamente según los diferentes países. Yo mismo he defendido que una banca pública debería ser 100 % propiedad del Estado, como por ejemplo nuestro ICO. Sin embargo, siendo menos purista, se podrían considerar como bancos públicos los controlados por el Estado, como sería ahora el caso de Bankia. También algunos consideraban a las Cajas de ahorros como banca pública, por los motivos que comento más adelante.
En nuestro país hasta el año 1991 existía un conjunto de bancos denominados “la banca oficial”, que se habían creado la mayoría en los años veinte del siglo pasado para atender sectores específicos del mercado. Casi todos eran bancos privados o mixtos, pero todos se nacionalizaron en 1962, es curioso en pleno auge del Opus. Los bancos oficiales se fusionaron en 1991 con el Banco Exterior de España para formar el Banco Argentaria, que en 1999 fue absorbido por el BBV dando lugar al actual BBVA. Curiosamente, muchos empresarios tienen nostalgia de la existencia de esas entidades, aunque muchos economistas sostienen que serían inviables en un sistema financiero liberalizado. En la actualidad el único vestigio que queda de la banca oficial es el Instituto de crédito oficial (ICO)
Y por último tenemos a nuestras queridas Cajas de ahorros, la primera de las cuales se fundó en 1834, aunque se han seguido creando hasta los años sesenta del siglo pasado. Las Cajas nacen con la voluntad de proporcionar servicios bancarios y de seguros a amplios sectores de la población excluida de los bancos y además para financiar al Estado. Fueron fundadas por ayuntamientos, diputaciones provinciales y otros entes como la Iglesia o sociedades de amigos del país.
Su administración estaba en manos de políticos y/o caciques locales, por lo que en 1977 se legisló para que sus órganos de gobierno se eligieran democráticamente y pasaron a depender fundamentalmente de las Comunidades autónomas. El gobierno de las Cajas estaba organizado en una Asamblea general que elegía a un consejo de administración con miembros de diverso origen, las Instituciones, impositores, empleados y entidades fundadoras y la comisión de obras Sociales. Sin embargo, los partidos políticos acabaron controlando todo el proceso e impusieron a presidentes del Consejo de administración de su gusto. Esto último, junto con la obras sociales que desarrollaban, ha dado lugar a que muchas personas las asocien con la banca pública, a pesar de que legalmente todas eran fundaciones privadas.
Es evidente que en muchos casos las Cajas de ahorros han servido de correa de trasmisión de intereses partidistas, entre otras cosas el aparcamiento en las mismas de políticos destronados, las llamadas “puertas giratorias”. A esto se ha atribuido la crisis de las Cajas que más adelante comentaré y está sirviendo a muchos economistas y políticos de determinadas ideas, como ariete contra el propio concepto de la banca pública. Pero si ello fuera cierto todas las Cajas habrían quebrado y no ha sido así el caso, por ejemplo, la BBK vasca, Unicaja en Andalucía o Ibercaja en Aragón. Se debe repudiar por tanto esta interpretación torticera de la realidad, aunque, y aquí mando un saludo a mi amiga Aurora, para evitar que las malísimas gestiones, o depredaciones, vuelvan a ocurrir se deben establecer unos rigurosos controles ciudadanos en todos sus ámbitos de actuación.
La causa de las quiebras de los bancos.
Siempre han existido personas que de una manera más o menos habitual y por diversos motivos prestan dinero a otras, pero no por ello se pueden considerar banqueros. Los banqueros, que hasta la edad moderna solían ser personas físicas, el dinero que prestan a sus clientes lo han recibido previamente de otros, por lo que a veces se les llama intermediarios financieros, aunque muy frecuentemente los mismos clientes pueden ser de activo y de pasivo. En cualquier caso, los clientes de los bancos esperan que recibirán todo el dinero prestado al banco (depositado) en el día pactado, que a veces es en cualquier momento que el cliente desee.
Nada se opone según lo anterior a que un “banquero” preste a algunas personas la totalidad del dinero que capta a otras. Ahora bien, en el momento que un depositante le pida su dinero no se lo podrá devolver, salvo que a su vez se lo pida a uno de sus deudores, y esto evidentemente no es posible. La solución se le estará ocurriendo a todos, si es que no lo sabían antes: “no prestar todo el dinero que capta, sino dejar una parte para hacer las devoluciones necesarias”. La parte en tanto por ciento que guarda se llama reserva fraccionaria o coeficiente de caja, y el cociente entre dinero captado y dinero guardado apalancamiento.
Esto significa que en momento que las retiradas de dinero por parte de los clientes superen los ingresos más las devoluciones hechos por otros, el banco entrará en suspensión de pagos. Esto de hecho no ocurre porque la práctica ha demostrado que en circunstancias normales basta con retener un 2 % del dinero captado para atender los reembolsos. Además, si un banco se queda corto de dinero, de liquidez, puede pedírselo a otro, o en último extremo al banco central de cada país.
Pero hasta aquí se ha supuesto que los problemas de los bancos van a venir por la liquidez, pero hay uno tanto o más agudo, el que procede del llamado riesgo de crédito y que se deriva de que algunos deudores no paguen sus deudas en el plazo pactado. En principio, se podrían limitar los reembolsos a los depositantes, pero esto no se aceptaría fácilmente por aquellos, y es el propio “banquero” el que tiene que asumir esas pérdidas. Para ello los bancos deben disponer de un importe de recursos propios mínimos, cuyo monto está actualmente reglamentado legalmente. Si las pérdidas que el “banquero” tiene que asumir superan sus recursos propios aquel entrará en quiebra técnica.
Normalmente los bancos que tienen muchos deudores morosos, y entran en quiebra técnica, aunque quieran ocultarla, acaban teniendo problemas de liquidez y la sociedad tiene que buscar una solución para que los clientes puedan retirar su dinero si lo desean.
Obviamente el tema es mucho más complejo de cómo lo estoy explicando, ya que la normativa contable es muy complicada, y además he dejado de lado asuntos muy importantes como las diferencias entre bancos de negocios y bancos comerciales o la deuda subordinada, pero entiendo que es suficiente para esta charla.
Acabo este apartado hablando del papel del Estado en las crisis bancarias y de los bancos sistémicos. Hasta los años veinte del siglo pasado se puede decir que las consecuencias de las quiebras de los bancos se consideraban asuntos privados, en las novelas de esa época se recogen las ruinas de muchas familias por esa causa. Sin embargo, después de la Gran Depresión del 29, los Estados tomaron clara conciencia de que era catastrófico para todos los ciudadanos la quiebra de un banco y mucho mayor cuantos más bancos estaban involucrados.
Además, también se vio que si un banco muy grande quebraba arrastraba tras de sí a una multitud de otras entidades financieras o no. De esos bancos se dijo que eran muy grandes para caer, “To Big to Fail” en inglés, o más técnicamente que eran bancos sistémicos. Además, para tranquilizar a los depositantes medianos y pequeños se crearon los llamados Fondos de garantía de depósitos que devolverían a los clientes su dinero en caso de la quiebra de un banco y su liquidación posterior. En España los Fondos solo han liquidado entidades muy pequeñas y en general se ha recurrido a reflotar el banco en cuestión y a que otra lo compre. Ese ha sido el caso del Banco Popular en abril de 2017.
La crisis bancaria española reciente.
No voy a entrar en los efectos de reciente crisis bancaria en España, que algunos interesados denominan “crisis de las Cajas” porque ya se ha escrito y hablado mucho al respecto, además, quizá algunos de los aquí presentes la hayan padecido en sus carnes. En cualquier caso, se ha publicado que el comienzo de la crisis ocurrió en marzo del 2009 con la quiebra técnica de la Caja de Castilla la Mancha (CACM), entidad bien conocida aquí.
Esta entidad que se había visto envuelta, como muchas otras, en inversiones en el mercado inmobiliario y específicamente en el aeropuerto de Ciudad Real y otras conexas, y en marzo del 2009 manifestó problemas de liquidez por lo que el Fondo de Garantía de Depósitos le concedió ayudas por 1.424 millones de euros, lo que dejó “seco” al Fondo. La Caja acabó siendo absorbida de hecho por Cajastur, y ahora forma parte de Banco Liberbank.
A los problemas de la CACM siguieron un rosario de once intervenciones de entidades de las llamadas S.I.P´s, que se habían originado por las llamadas “fusiones frías” de muchas Cajas de ahorros. Así mismo para gestionar la crisis se crearon dos nuevos organismos, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) totalmente público, para financiar las ayudas a las entidades con problemas y la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria, (SAREB o banco malo), para comprar activos tóxicos a las entidades intervenidas y a otras.
Globalmente las medidas llevadas a cabo por el Estado supusieron una inversión en el capital de las entidades intervenidas de 61.855 millones de euros y la compra de activos tóxicos por otros 48.568 millones. En cuanto a la recuperación de las ayudas facilitadas, los más optimistas calculan que como mucho ascenderán a 20.000 millones de las aportaciones a fondos propios y en cuanto al SAREB no se sabrá con exactitud hasta que este no se liquide.
Y ahora se nos ocurre la siguiente pregunta: ¿Tuvo que ver algo nuestra crisis con la mundial de septiembre del 2008, que se está ahora conmemorando y conocida también como la de las “subprime” y que se hizo reconocible cuando el banco de negocios Lehman Brothers quebró? La contestación sería si y no, me explico: la crisis del 2008 generó unas restricciones del crédito entre los propios bancos, que acabó llegando a la llamada economía real mundial, dando lugar a que la cifra de deudores morosos se elevara en todo el mundo. Eso puso contra las cuerdas a muchos bancos y como no a las entidades españolas que estaban muy endeudadas con instituciones foráneas.
Y ¿Por qué estaban así de endeudadas? Porque como con los fondos que obtenían en el mercado español no podían cubrir los préstamos concedidos, sobre todo en el mercado inmobiliario, y en el caso de muchas Cajas de ahorros las inversiones típicas de desarrollo regional como la ya citada del aeropuerto o parques de atracciones etc., tuvieron que acudir a pedir el dinero a los bancos extranjeros, bajo diversas modalidades.
Es decir, como nuestras entidades financieras no habían invertido en las conocidas “subprime”, si no hubieran estado sobre endeudadas se hubieran mantenido al margen de la crisis del 2008. Y ese sobre endeudamiento se debía a la burbuja del mercado inmobiliario, tanto de particulares, como peor aún en el de los promotores embarcados en la “ardua” tarea de la reclasificación de suelos. Y este sobre endeudamiento fue posible porque la creación de euro les dio a las entidades españolas la posibilidad de pedir dinero a bancos extranjeros sin correr el llamado riesgo de cambio.
Concluyendo este apartado, si se hubiera enfriado la burbuja ya en el año 2004 o limitando el endeudamiento exterior de bancos y Cajas o incrementando el control de estas, España se hubiera evitado una crisis que ha dado lugar, o ha justificado duros recortes para la población. Asumimos que ninguna de esas medidas era fácil de aplicar o entendibles por los ciudadanos, pero se podría haber impulsado el crecimiento económico, si es lo que se pretende, sobre otras bases distintas al mercado inmobiliario o el turismo.
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