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Obama nos adelanta por la izquierda

26 mayo, 2010 - Medio Ambiente, Nacional

El autor denuncia la creciente deshumanización de las ciudades españolas. Los proyectos son previstos a través de los cristales tintados de coches de alta gama de forma que no se ve a los otros ni mirarles a la cara y a los ojos. Las nuevas ciudades ya no son lugar de encuentro, o de manifestación, en las calles y plazas. Ya no son escuelas de ciudadanía al VER a los demás y las carencias y debilidades de ancianos y niños. El ceder cívicamente el paso ha sido sustituido por el arrollamiento a los débiles viandantes por los coches de alta gama de los poderosos. La ley de la selva rige en las ciudades y en los «mercados».

Joan Olmos, Ingeniero de Caminos y profesor de Urbanismo de la UPV, Levante.

La asociación norteamericana PPS (Project for Public Spaces), que trata de ayudar a recuperar espacios públicos para la ciudadanía, nos cuenta la última propuesta de Ray LaHood, secretario de Transportes de EE UU, es decir, el ministro federal del Gobierno de Obama, que por cierto pertenece al Partido Republicano. LaHood ha analizado el peligro que supone en las ciudades de su país la existencia de autopistas urbanas construidas a partir de los años sesenta y que representan un «peligro claro y actual» para las personas, porque funcionan como autopistas y no como calles. Cada carretera de cuatro carriles en un área metropolitana con una población de más 50.000 será examinada por los técnicos de su departamento en los próximos 18 meses para determinar si constituyen «una amenaza indebida» a los automovilistas, peatones y ciclistas y, en su caso, proceder a la reconversión.

Resulta interesante señalar que el coste de las obras se amortizará por la reducción del gasto para el nuevo Sistema Público de Salud. Destaca, por inusual, la vinculación entre el transporte y sus externalidades —no sólo las derivadas del gasto sanitario— que acabamos pagando todos, seamos o no usuarios de vehículos automóviles.

La accidentabilidad urbana (no sólo por los atropellos, atención, también por la contaminación) afecta especialmente a los ciudadanos más vulnerables, los que usan la bici y, sobre todo, a los que caminan. Cita LaHood un estudio realizado por el Gobierno británico, según el cual un peatón golpeado por un vehículo que viaja a 32 km/h tiene una probabilidad de muerte del cinco por ciento, mientras que a 64 km/h sube al 85%. El Gobierno norteamericano calcula en 20.000 el número de estadounidenses que podrían salvar la vida cada año.

De ahí la necesidad de rediseñar el viario para garantizar las velocidades adecuadas de vehículos y bicicletas, prestando mayor atención al fomento de espacios públicos de calidad a lo largo de estas rutas, según el mensaje de PPS. Una experiencia llamada calles habitables que ya se ha desarrollado con éxito en otros países europeos, como Holanda.

En nuestras ciudades españolas —y no digamos las valencianas—, empeñadas en adaptar el espacio urbano a unas máquinas diseñadas para otros escenarios, se aumenta la capacidad de las vías de acceso y se mantienen calles diseñadas para correr. Las consecuencias, dramáticas, sólo merecen la repulsa de las asociaciones de víctimas del tráfico, que suelen señalar el carácter «no accidental» de tales sucesos. Siendo necesarias, no resultan suficientes las campañas educativas ni los mayores controles sobre los conductores, acciones que, como vemos, no logran reducir los siniestros de manera sustancial. El peligro radica, en buena medida, en las propias características de las vías. Y, de paso, hay que denunciar esa especie de obsesión que se ha instalado en nuestro país para que todo el viario —el de asfalto y el de hierro— sea de alta velocidad.

Convendría empezar por llamar a las cosas por su nombre. La intencionada confusión terminológica, denominando bulevares, avenidas o paseos a vías que son pura y simplemente autopistas en la ciudad, no ayuda a identificar las causas de tanta desgracia. Sin ir más lejos, la tragedia de Sevilla de hace unas semanas, con dos mujeres fallecidas por el atropello de un coche, se produjo en el llamado paseo de Colón: seis carriles de circulación rodada a la vera del Guadalquivir, con pasos de peatones muy distantes entre sí. En Valencia podríamos también mostrar un extenso catálogo de vías que están necesitadas de una urgente remodelación. Las asociaciones de víctimas del tráfico lo vienen denunciando sin éxito.

El mismo autor, en colaboración, critica el peaje de las autopistas y que los gobiernos, de distinto signo, no hayan apostado por el transporte de mercancías por ferrocarril, constituyendo una excepción en Europa. «Spain is different! (Fraga dixit): qué hacer con la AP7 20100513elpval_8

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